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Por: Hugo Córdova Quero

Fotografía: Rev. Ranwa Hammady,2018

Introducción

Del 16 al 19 de noviembre formé parte de una comitiva de la Comisión de Justicia de California de la Iglesia Unitaria Universalista que viajó desde San Diego, Estados Unidos de Norteamérica, a Tijuana, México. Fui enviado por la facultad Starr King de la universidad Graduate Theological Union donde soy Profesor Asociado de Teorías Críticas y Teologías Queer. Entre las diez personas participantes, cuatro éramos ministras y ministros ordenados. Planeado por un largo tiempo, el evento no podía anticipar la llegada de las caravanas de migrantes centroamericanos a Tijuana, lo cual movilizó un gran número de voluntarias y voluntarios para acompañar y brindar hospitalidad a las más de 9,000 personas arribando a esa ciudad. La comitiva de la que formaba parte se unió inmediatamente a estos esfuerzos por servir a nuestras hermanas y nuestros hermanos migrantes. Entre las personas que iniciaron el viaje se encontraba una caravana de 84 personas LGBT que fueron las primeras en llegar a Tijuana. Sus vidas y sus experiencias reflejan elementos comunes con todas las migraciones modernas.

Recordemos que las migraciones modernas constituyen un fenómeno intrínsecamente asociado al capitalismo. Estas proveen mano de obra barata para la continuación de la producción de bienes y servicios dentro del sistema-mundo. El desplazamiento de personas —tanto voluntario como forzado— se ha visibilizado aun más en los siglos XIX y XX y ya comienza a marcar las primeras décadas del presente siglo. Si bien las migraciones tienen como factor mayoritario el aspecto económico, esta no es la única razón por la cual una persona deja su lugar de origen para radicarse en un contexto diferente. Especialmente en las migraciones forzadas, el hambre, las guerras, las persecuciones —políticas, religiosas, ideológicas—, el género o la orientación sexual también constituyen razones imperantes en el desplazamiento de las personas. En este escrito me centro específicamente en la experiencia de las personas hondureñas que conforman la mayoría de la caravana LGBT en Tijuana.

El contexto hondureño

Honduras no es una excepción a la situación del desplazamiento forzado de personas y comunidades. Integrante del denominado “triángulo norte”, Honduras junto con Guatemala y El Salvador conforman una región de intercambio económico pero también de violencia compartida. Esto se demuestra en los índices de muertes violentas en la región que supera a las muertes en zonas de guerra en otras partes del mundo, de acuerdo a los reportes de la Organización de Naciones Unidas (ONU) (Prensa Libre, 2012). El aumento del narcotráfico, la presencia de aliados a los carteles mexicanos y la debilidad de las instituciones democráticas han producido un enrarecimiento del clima social que conlleva a una marcada violencia (Prado Pérez, 2018), la cual se incrementa por la incipiente presencia de armas y una generación joven prácticamente desempleada (ONUDC, 2012, 2013). El golpe de Estado contra el presidente Manuel Zelaya en 2009 precipitó las condiciones para el desarrollo de una violencia estructural. La elección del presidente Porfirio Lobo no produjo los resultados esperados, ya que varios países de la región y de Latinoamérica no reconocieron dicho proceso electoral. Poco a poco algunos países cambiaron su postura aunque no todos los integrantes de la Organización de Estados Americanos (OEA) lo reconocen hoy en día. Uno de los aspectos más destacados de esta situación fue que la ex-secretaria del Departamento de Estado del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, Hillary Rodham Clinton, declaró en su libro Hard Choices [decisiones difíciles] (2014) que su rol fue organizar —junto a otras autoridades de la región— un proceso electoral que impidiera el regreso de Zelaya a la presidencia. Curiosamente, es Estados Unidos de Norteamérica el país que hoy más se opone a los inmigrantes forzados como fruto de esas decisiones políticas. El ascenso a la presidencia en 2014 de Juan Orlando Hernández no cambió la situación política de Honduras.

Aunque en su territorio floreció la importante cultura Maya, la colonización española desde el siglo XVI hasta los procesos neo-coloniales modernos produjeron el empobrecimiento estructural de Honduras. En su historia, el país tuvo otro golpe de Estado en 1962 sumió a la sociedad en una dictadura militar que duró hasta 1981. Los nueve millones de habitantes que hoy residen en el país han sufrido otras situaciones que han endurecido sus condiciones de vida, como por ejemplo la deforestación incipiente y sus consecuentes cambios climáticos y la contaminación del agua fruto de la despiadada actividad minera por parte de empresas transnacionales.

La sociedad hondureña también ha padecido la prevalencia de la Iglesia Católica Romana con sus correspondientes posiciones morales conservadoras y el gobierno de partidos de derecha. Todo esto ha producido un clima poco tolerante hacia la diversidad de grupos racial o genéricamente disidentes.

La(s) caravana(s) migrante de 2018 y las personas LGBT

La caravana hondureña no es la única que se produjo en octubre de 2018 en centroamérica. Si bien es cierto que la primera caravana partió desde San Pedro Sula, Honduras, el 13 de octubre y estaba comprendida por alrededor de unas mil personas, pronto otras le siguieron.

La segunda caravana salió desde Esquipulas, Guatemala, el 21 de octubre. La tercera caravana partió desde San Salvador, El Salvado, el 29 de octubre. La cuarta caravana salió también desde San Salvador el 31 de octubre. Finalmente, la quinta caravana inició su viaje el 5 de noviembre también desde El Salvador. La caravana LGBT que arribó primero a Tijuana estaba comprendida en su mayoría por personas provenientes de Honduras.

Estas caravanas de personas forzadas a dejar su lugar de origen debido a las condiciones precarias de vida y la violencia no son las únicas muestras del éxodo centroamericano y sus razones son múltiples. Por décadas niñas y niños abandonados han emprendido el éxodo hacia otros lugares mientras que mujeres huyendo de la violencia de género y la trata y tráfico de personas también han comenzado ese mismo viaje. En lo que va de 2018, 50,036 niñas y niños —provenientes principalmente de Honduras, Guatemala y El Salvador— han sido aprehendidos por la guardia fronteriza estadounidense (US Custom and Border Patrol, 2018).

Las personas de la diversidad sexual son otro grupo visible en este desplazamiento de personas que no puede explicarse simplemente por la cuestión económica. Hay una conjunción de factores que afectan a las personas de maneras diferentes y que producen su migración. Las causas estructurales son múltiples y las soluciones a sus situaciones no pueden ignorar este hecho. De hecho, una política que simplemente contempla lo económico está —de entrada— condenando al fracaso el futuro de las personas porque la precariedad económica no es la única variable de este complejo proceso. En el caso de las personas LGBT de la caravana hondureña esto es más que evidente. Así lo explican Silvia Soriano Hernández y Víctor Hugo Gutiérrez Albertos (2016-2017;90):

“La sociedad actual adolece de grandes desigualdades y es cotidiano que estas conlleven a actitudes discriminatorias que se manifiestan de múltiples formas que van desde el desprecio y las burlas hasta las agresiones violentas que pueden conducir al asesinato. Podemos comenzar citando las discrepancias económicas que se traducen en pocos beneficiados frente a un amplio grupo de desposeídos, tanto de trabajo como de bienes de primera necesidad. Añadimos las diferencias que aparecen dependiendo del color de la piel o del sexo con que se nace así como de las preferencias sexuales de cada individuo”

Ni bien la caravana salió de Honduras, las fricciones entre las personas heterosexuales y las personas LGBT se hicieron evidentes precisamente porque se reproducían en el movimiento las mismas actitudes y estereotipos aprendidos en la sociedad de origen. Esto es mucho más violento en el caso de personas transgénero. Al respecto, Soriano Hernández y Gutiérrez Albertos (2016-2017:91) señalan las excesiva violencia que estas personas experimentan y sus mecanismos de resistencia:

“[…] a partir de su condición de discriminadas optan por la militancia en la lucha por sus derechos como colectivo y las adversidades que deben sortear, incluyendo amenazas de muerte pasando por golpes, insultos y descalificaciones varias. La incomprensión de su forma de ser suele comenzar en el núcleo familiar y extenderse hacia todos los sitios frecuentados, la escuela, el vecindario, el trabajo, etcétera. Lo que podemos adelantar es que a pesar de la discriminación y la represión desde formas violentas hasta simbólicas, las personas que optan por una ruptura con la normatividad del binarismo sexo-género deben afrontas muchos obstáculos que las puede orillar al ocultamiento; pero no todas se deciden por el silencio o la invisibilidad y son ellas las que nos ofrecen una pauta para el reconocimiento de derechos que si no se exigen, no se otorgan”

Los testimonios de las 84 personas de la caravana migrante LGBT hondureña son gráficos. En la descripción de sus situaciones. Por ejemplo Lady Pérez, una mujer transgénero hondureña de 23 años, declaró en una entrevista para la BBC que fue el asesinato de su pareja lo que la motivó a dejar su país:

“Lo asesinaron porque estaba conmigo, por su preferencia sexual. Fue un día que me acompañó a tomar un taxi. Unos tipos llegaron a la parada y allí le pegaron de tiros. También mataron a dos personas que también estaban ahí. Yo sobreviví de milagro (Rojas, 2018)”.

Honduras tiene el índice más alto de asesinatos de personas trans en la región. Aunque esto no es indicativo que otras personas que se unieron a la caravana desde El Salvador o Guatemala no hayan experimentado otras formas de violencia. Ana Gabriela Rojas (2018) recupera otro relato:

“Loli, una mujer transexual de 26 años de El Salvador, enseña su muñeca: tiene una cicatriz que le hizo un hombre con un machete en un restaurante. En su pierna tiene otra marca del ataque de un desconocido perpetrado simplemente por homofobia”.

El común denominador de las personas LGBT en la caravana migrante es la violencia estructural en la sociedad que se basa en la homofobia, la lesbofobia, la bifobia y la transfobia. Esto produce crímenes de odio que dejan resultados muchas veces irreversibles, como la muerte.

Como mencioné anteriormente, en medio de la caravana hacia Estados Unidos de Norteamérica, las personas LGBT fueron víctimas de múltiples situaciones de violencia. Así lo relata Erick Alexander Durán Reyes, una de las personas integrantes de la caravana LGBT: “Fuimos discriminados, incluso en la caravana. […] La gente no nos dejaba subir a los camiones, nos obligaban a estar en la parte posterior de la línea para las duchas, nos gritaban cosas feas” (Drury, 2018).

Por su parte, Lady Pérez también describe esta situación: “Nos han denigrado, se supone que estás migrando de tu país por la violencia y la discriminación, la homofobia, y resulta que en la misma caravana te encuentras con esa violencia” (Frontera.Info, 2018).

Finalmente, al llegar a Tijuana también fueron agredidos por algunas personas luego de que, con la ayuda de abogados el grupo pudo alquilar una casa en donde quedarse. En medio de una protesta en contra de la caravana LGBT en la que incluso se arrojaron piedras, Patricia Elena Juárez Hernández, una vecina de Tijuana, declaró: “Estamos sorprendidos, impactados, incómodos, porque las autoridades no nos consideraron. Aquí hay un presidente municipal, una delegación que debería habernos dicho: vecinos, les pedimos su apoyo, su colaboración, esta gente va a venir” (Martín-Fradejas, 2018).

A los pocos días, caravana tuvo que mudarse a otros lugares y mantener en secreto su ubicación debido al miedo de que las personas LGBT sean nuevamente atacadas.

Las bodas LGBT

En medio del trajín de repartir ropa, preparar comida y calentar tortillas, las y los ministras/os de la delegación de la Iglesia Unitaria Universalista recibimos un pedido muy especial: “Ahí están hablando sobre casarse y solicitan que las ministras y los ministros vayan al tercer piso”. Quien nos convocaba era una persona del centro Enclave Caracol, un espacio LGTB friendly situado en el centro de la ciudad de Tijuana. El centro había habilitado su edificio como albergue mientras se relocalizaban las personas de la caravana LGBT en otros lugares. Al subir al tercer piso nos encontramos con un grupo de distintas parejas.

Una de las cosas que nos preocupaba a quienes íbamos a oficiar las ceremonias era respetar no solo la fe particular de cada persona a contraer matrimonio sino también los elementos que consideraban importantes para que esas ceremonias fueran significativas en sus vidas. Fue importante saber, por ejemplo, que cada persona se identificaba como evangélica y no como católica romana. Acostumbrados en nuestras iglesias a respetar la diversidad de fe de cada persona, las ministras —Rev. Ranwa Hammady, Rev. Leslie Takahasi y la Rev. Mar Cárdenas Loutzenhiser— y los ministros —Rev. Rodney Lemery y yo— decidimos escribir una ceremonia que fuera lo más respetuosa posible de lo que las parejas deseaban. La primera pregunta que nos hicieron era si iban a poder usar anillos. La segunda pregunta fue sobre si se podía tener madrinas y padrinos, y la última pregunta fue sobre el uso de ramos de flores.

Evidentemente para las personas a contrajeron matrimonio era muy importante contar con los símbolos culturales que denotaran el evento como una boda y no como un simple “acto” de declaración política. Si bien en los países de origen ni las bodas legales ni las bodas eclesiales son permitidas para las personas LGBT, en Tijuana confluyeron dos elementos sumamente importantes. Por un lado, el hecho de que Tijuana haya legislado como legalmente válidas las bodas entre personas LGBT. Por otro lado, el que —a diferencia de la Iglesia Católica Apostólica Romana— muchas iglesias cristianas realizan casamiento de personas del mismo sexo en la actualidad. Las ministras y los ministros allí presentes formamos parte de iglesias que no discriminan a las personas en el sacramento del matrimonio ni por su género, ni por su orientación sexual, ni por identidad de género ni por su sexo biológico. Esto generó una expectativa y alegría entre las personas que contrajeron matrimonio. Pedro Nehemías Pastor de León, quien contrajo matrimonio con Erick Alexander Durán Reyes, lo expresó así: “Esto es realmente un sueño hecho realidad porque no lo ves en nuestros países de origen. Es algo que siempre habíamos querido hacer y apenas hoy tuvimos la oportunidad de llevarlo a cabo” (Azteca America, 2018).

Así, con el apoyo del Centro Garymar de la Iglesia Unitaria Universalista en Tijuana y otras donaciones, pronto personas salieron a comprar anillos, flores y tortas; mientras otras personas arreglaban un altar con una enorme bandera del arcoiris como trasfondo. Las ministras y ministros comenzamos a planear una liturgia de matrimonio y confeccionar certificados matrimoniales.

A las 4 pm del 17 de noviembre, una pareja gay, dos parejas lesbianas, tres parejas transgénero y una pareja heterosexual pasaron —una por una— a intercambiar votos y anillos y arrojar el ramo a las personas presentes. La lluvia de arroz, serpentinas, papel picado y los gritos de alegría de quienes presenciaron las bodas fueron una bendición que alentó a cada pareja a decir el “sí”.

La prensa presente realmente no logró captar este aspecto importantísimo de este hecho histórico. En su gran mayoría, calificaron a las bodas como “matrimonios” o “bodas simbólicas”, lo cual es totalmente erróneo. El colocar la palabra “matrimonio” entre comillas denota el hecho de que personas de la diversidad sexual no se unen realmente en matrimonio. Al mismo tiempo, al hablar de “bodas simbólicas” se desconoce el carácter sacramentalmente válido de estas uniones legitimadas, respetadas y reconocidas por las iglesias presentes, que incluso otorgaron un certificado matrimonial.

Es evidente que para muchas personas de los medios de comunicación todavía impera la ideología hegemónica de que el matrimonio es solo entre una mujer y un varón cis-heterosexuales y que solo las uniones realizadas por la Iglesia Católica Apostólica Romana son sacramentalmente válidas. Esto es desconocer profundamente la diversidad de posiciones dentro de la religión cristiana en la que muchas iglesias no encarnan la homofobia ni la lesbofobia o la transfobia. En el fondo, el modo en que los medios de comunicación reportaron este evento vuelve a poner en un lugar de segunda categoría a las personas LGBT y cuestiona nuevamente la validez de las uniones entre parejas del mismo sexo.

Quienes oficiamos las ceremonias de matrimonio cerramos la ceremonia matrimonial con estas palabras:

“Hoy ustedes han marcado un hito histórico porque hemos hecho bodas de verdad. No permitan que nadie cuestione la validez de su matrimonio ni que les digan que estas bodas son “falsas”. Las ministras y los ministros aquí presentes estamos autorizadas y autorizados por nuestras iglesias a casar a toda persona que así lo desee y que esa boda sea sacramentalmente válida. Ustedes han recorrido un largo camino para llegar a este lugar, no solo en su relación como parejas sino también en lo geográfico. Han dejado seres queridos y han dejado su patria para buscar un mejor mañana. No permitan que nadie les quite su dignidad. También hoy han sido proféticos en anunciar al mundo que en medio de la desesperanza y de las muchas cosas que les esperan en el futuro, solo el amor les hará ser fuertes. Que hayan caminado por tantos días tantos kilómetros para decirle al mundo que su amor es verdadero es ya un acto de esperanza, un acto de resistencia y un acto político. En las tradiciones cristianas, no hay iglesias o ministros que casen, sino que son las personas que se unen quienes se casan entre sí. Nosotras y nosotros, ministras y ministros aquí presentes, estamos para testimoniar, honrar y respetar su matrimonio. Es por esto que deseamos que sean felices y que Dios les bendiga hoy y siempre”

Comenzaba este escrito con las frase  “el amor es más fuerte”, de la canción homónima escrita en 1993 por Fernando Barrientos y Daniel Martín. Aunque su canción habla de que “al mundo lo han partido en dos mientras los sueños se desangran por nada”, las parejas LGBT que contrajeron matrimonio afirman y realzan su mensaje de que —después de todo— “el amor es más fuerte”. Es quizás en medio de todo lo que una persona in/migrante tiene que atravesar para poder seguir adelante que nuestros afectos y nuestras esperanzas se hacen más fuertes como el amor demostrado en cada pareja que contrajo matrimonio. Las bodas de las personas LGBT de la caravana hondureña son un acto de justicia en medio de las tantas injusticias que las personas migrantes deben enfrentar. El camino delante de ellas en el pedido de sexilio —asilo por causa de persecución debido a la orientación sexual (Guzmán, 1997)— está marcado por la geopolítica de los procesos migratorios modernos. Solo nos resta esperar que se haga justicia y estas personas puedan dejar atrás un pasado intenso de persecución.

Referencias

Clinton, Hillary (2014). Hard Choices. Nueva York, NY: Simon & Schuster.

Drury, Colin (2018). “Gay Couple From Migrant Caravan Marry as They Arrive in Mexico-US Border Town”. The Independent, 18 de noviembre. Disponible en: <https://www.independent.co.uk/news/world/americas/migrant-caravan-gay-couple-wedding-mexico-us-central-america-tijuana-lgbt-a8639986.html>, consultado el 27 de noviembre de 2018.

Frontera.Info (2018). “Comunidad LGBT de caravana migrante refiere violencia y discriminación”, 13 de noviembre. Disponible en: <https://www.frontera.info/Internacional/2018/11/13/1387419-Comunidad-LGBT-de-caravana-migrante-refiere-violencia-y-discriminacion.html>, consultado el 27 de noviembre de 2018.

Guzman, Manuel (1997). “Pa’ La Escuelita con Mucho Cuida’o y por la Orillita’: A Journey through the Contested Terrains of the Nation and Sexual Orientation.” En: Puerto Rican Jam: Rethinking Colonialism and Nationalism, editado por Frances Negron-Muntaner y Ramon Grosfoguel. Mineapolis: University of Minnesota Press, pp. 209-228.

Prado Pérez, Ruth Elizabeth (2018). “El entramado de violencias en el Triángulo Norte Centroamericano y las maras”. Sociológica 33, N˚ 93 (enero-abril): pp. 213-246.

Prensa Libre (2012). “Triángulo Norte es una de las zonas más violentas del planeta”. Prensa libre.com, 27 de septiembre. Disponible en: <https://web.archive.org/web/20140529061409/http://www.prensalibre.com/internacional/Triangulo-Norte-zonas-violentas-planeta_0_781722003.html>, consultado el 27 de noviembre de 2018.

Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDC) (2012). Delincuencia organizada transnacional en Centroamérica y el Caribe: Una Evaluación de las Amenazas. Nueva York, NY: ONUDC.

Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDC) (2013). Estudio mundial sobre le homicidio: tendencias, contextos y datos. Nueva York, NY: ONUDC.

Rojas, Ana Gabriela (2018). “Caravana de migrantes en Tijuana: ‘Salí de Honduras porque mataron a mi pareja por homofobia’, la violencia que persigue a las transexuales de Centroamérica”. BBC News, 23 de noviembre. Disponible en: <https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-46317956>, consultado el 27 de noviembre de 2018.

Soriano Hernández, Silvia y Víctor Hugo Gutiérrez Albertos (2016-2017). “Entre la muerte y la fuga. Diversidad sexual acosada”. Díkê: Revista de Investigación en Derecho, Criminología, y Consultoría Jurídica 10, N˚20 (octubre-marzo): pp. 89-110.

US Custom and Border Patrol (2018). “U.S. Border Patrol Southwest Border Apprehensions by Sector FY2018”. Disponible en: <https://www.cbp.gov/newsroom/stats/usbp-sw-border-apprehensions>, consultado el 27 de noviembre de 2018.

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