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Por Arianne van Andel

Reflexión en el marco del Conversatorio Nacional: Desde los territorios, una Constitución ecológica y democrática, organizado por Caritas Chile y FIMA, el 16 diciembre de 2020.

Primero, quiero felicitar por la iniciativa de Caritas y FIMA de organizar cinco cabildos locales sobre la situación socioambiental en los territorios[1], y las necesidades que surgen de ahí para una Constitución ecológica y democrática. Los cabildos dan un diagnóstico riquísimo de los conflictos socioambientales en el país y dan voz a las personas afectadas, que luchan por los cambios.

Caritas expresó con esta iniciativa la convicción que estas voces deben estar presentes en el proceso constituyente, deben ser escuchadas por los y las  en cada región de este país ¿Qué escucho en estos testimonios desde mi posición de eco-teóloga?

Primero, que la ecología no es algo aparte. Ecología se trata de la interdependencia de todo, constituyentes o convencionales, que conformarán el órgano constituyente

También mostró que el cuidado de la casa común, a que se llama en la Encíclica Papal Laudato Si’, no es abstracto, o general, sino que tiene que convertirse en trabajo en los territorios ye la interrelacionalidad entre los ecosistemas que sostienen nuestras vidas cotidianas, y nosotros mismos que somos PARTE de estos sistemas. Ecología no se trata solo de conservación de huertos y árboles y de espacios verdes. Ecología se trata de cómo organizamos nuestra convivencia para que haya vida para todos y todas en un equilibro con la tierra, el agua, el aire. ¿Cómo podemos organizar la vida, para que los ecosistemas puedan regenerarse, y quedar sanos para nosotros y las generaciones que vienen? ¿Cómo hacemos una Constitución que garantice la vida digna, ahora, y a futuro para todos y todas? Por eso, lo ecológico de la Constitución debe estar contenido en TODA la Constitución. Es un sello, es un color transversal, no un solo tema o slogan.

Segundo, la Constitución que ahora tenemos no es ni ecológica ni democrática. Fue hecha en dictadura y fue pensada para asegurar el lucro y la riqueza de una pequeña elite del país. Los marcos de convivencia que ahí se dan, muestran un modelo de desarrollo que ve a los territorios, la tierra, el agua y el aire como recursos naturales a apropiarse, saquearse, robar para que esta elite, alrededor del 5% del país, pueda seguir ganando tremendas cantidades de dinero, y especular con ello en el mercado.

El abogado ambiental Gush Speth dijo en una entrevista: “Yo solía pensar que los más grandes problemas ambientales eran pérdida de biodiversidad, colapsos de ecosistemas y cambio climático. Yo pensé que con 30 años de buena ciencia podíamos enfrentar estos problemas. Pero me equivoqué. Los más grandes problemas ambientales son el egoísmo, la avaricia y la apatía…y para enfrentar eso necesitamos un cambio espiritual y cultural. Y nosotros científicos no sabemos cómo hacer esto”[2].

En términos culturales y espirituales, la Constitución que tiene Chile ahora avala la avaricia, el egoísmo, y la apatía de la gran mayoría.

Voy a trabajar estos tres puntos: ¿cómo podemos hacer una Constitución que supere la avaricia, el egoísmo, y la apatía política, para crear una Constitución ecológica y democrática?

 

1. Desde la avaricia a los límites y la solidaridad

Chile es un país sumamente rico en dones de la naturaleza. En los cabildos escuchamos que hay más agua de lo que necesitaría la población para poder abastecerse, hay más energía de lo que necesitamos para vivir, hay mucha tierra para cultivar, hay océanos con una riqueza tremenda, y minerales. Es un país donde la soberanía alimentaria, la agroecología, las energías renovables tienen grandes posibilidades de ser implementadas. Pero Chile ahora no es de todos y todas.

Jorge Brito contó en unos de los cabildos que, desde el sistema latifundista, después de la reforma agraria, hemos traspasado a un modelo agroexportador que solo beneficia a las grandes trasnacionales exportadoras. La gran riqueza del país ahora beneficia en su mayor parte a una elite mundial empresarial y al desarrollo de los países ya ricos, que dan valor agregado a los recursos que se explotan acá por muy poco dinero, y con MUY poca consideración ecológica.

Aunque este gobierno lo negaría en muchos tonos, estamos en la práctica todavía en un sistema semi-latifundista o semi-dictatorial, donde los llamados “recursos” sirven para saciar la avaricia de un porcentaje muy pequeño de la población. Eso es insostenible y moralmente, espiritualmente, humanamente inaceptable.

La avaricia de estos pocos, que se creen con más derechos que el resto de la población, necesita ser limitado por la nueva Constitución. Son límites que nos da la Vida, o en las tradiciones religiosas, Dios mismo. No somos Dioses, no podemos vivir como Dioses, dominando y sacando sin límite. La avaricia no puede ser garantizada por la Constitución. Por otro lado, las religiones comparten la creencia que cada ser humano está hecho a Imagen de Dios, o refleja una llama divina, y que en eso somos iguales, como también se refleja el espíritu de Dios en cada criatura y en cada parte de la creación.

“Sobre toda propiedad privada grava siempre una hipoteca social”, dice Laudato Sí en el párrafo 93, por lo cual la propiedad no puede ser perpetua. Tiene que haber límites a la propiedad de la Tierra, del agua, y del aire, acorde a los límites de los ecosistemas mismos, y para garantizar el derecho a una vida digna de toda la población. El agua, el aire y la tierra no son mercancías. El agua debe ser un bien común de uso público, con prioridades en su uso para las personas, y la tierra. El agua NO puede ser tratado en Wall Street como hemos visto pasar estas semanas.

Una nueva Constitución debe garantizar la protección de los acuíferos, cuencas, humedales, y glaciares. ¡Es URGENTE su protección! y hay otras Constituciones en el mundo que han integrado un límite en la cantidad de tierra que puede ser explotada por una sola empresa, otras que declaran los derechos de la naturaleza, para salvaguardar el límite de explotación. La agricultura ecológica debe tener la prioridad, para que las familias rurales de verdad tengan posibilidad de vivir de la tierra. Los océanos, los bosques, las montañas y la tierra solo se pueden explotar tomando en cuenta a las comunidades y los límites de los ecosistemas: que se deben poder regenerar para así guardar la biodiversidad.

 

2. Desde el egoísmo a la cooperación

Muchas personas en los cabildos expresaron que el sistema de desarrollo que está garantizado en la Constitución actual está basado en la idea que como personas “competimos”. La imagen antropológica ahí es del ser humano, no solo como avaro y dominador, sino como egoísta y competitivo por naturaleza.

Por eso, el principio de “libre mercado” está garantizado por sobre todos los otros principios y el Estado solo tiene un rol subsidiario en nuestra actual Constitución. Eso defiende la ley del más fuerte, y sabemos desde la colonización, desde el latifundismo, y desde la dictadura, quienes en Chile son los más competitivos y fuertes económicamente hablando.

Necesitamos una Constitución que facilite la cooperación, con un Estado descentralizado y fuerte que crea condiciones para eso, más que para la competencia entre las distintas áreas del mercado y fuera del mercado.

Nuevamente, no es admisible que toda la riqueza de Chile esté concentrada y que el 1% de la población tenga más que el 25% del PIB. Tienen que haber mecanismos de redistribución de estas riquezas, sobre todo mediante sistemas públicos de educación, salud y pensiones. No puede ser que solo esta parte de Chile se sienta “La República de Chile”, y que el resto de la población tenga que competir con ellos en condiciones de total desigualdad.

Necesitamos crear un modelo de Estado donde rija más el sistema de poder CON otros que el sistema de poder SOBRE otros, vertical, que tenemos ahora.

 

3. Desde la indiferencia a la participación de todos los saberes

Y eso me lleva al tercer punto. ¿Cómo llegamos de una apatía u odio frente a la política a un sistema donde las personas se involucran alegremente y pueden participar?

Varias personas en los cabildos contaron sobre la burocracia y tecnicismos extremos de los sistemas de evaluación ambiental, los plazos desiguales, el lenguaje que excluye a cualquier persona que no conoce la jerga técnica o legal.

En temas de políticas públicas y la convivencia común es absolutamente necesario que haya sistemas de participación en que las voces de todos y todas verdaderamente son tomadas en cuenta, desde sus diferentes saberes y experiencias de vida. No es tan difícil de entender que el sistema económico que tenemos ahora es insostenible e injusto: uno/a necesita más bien sentido común para verlo. El lenguaje demasiado tecnicista puede llegar a ser un sistema de exclusión muy eficaz y no lo podemos permitir. Como dijo una hermana carmelita: “lo que vale es lo que realmente existe”, no lo que distorsionan o complican en el papel.

Tenemos que luchar por un país en que la diversidad de voces tenga poder real en la toma de decisiones, especialmente las personas afectadas en los territorios.

 

Conclusión

La participación en la redacción de la nueva Constitución se inicia en el sistema de elecciones de nuestros y nuestras candidatos/as para la Convención Constitucional.

Este sistema mismo no es del todo democrático, porque cada distrito tiene que elegir su representante y ahí los y las candidatos que defienden a esta pequeña elite minoritaria que tiene todos los recursos, tienen la posibilidad de ser muy sobrerrepresentados en el órgano constituyente (o Convención Constitucional). Esto ocurre cuando nosotros/as nos dividimos.

Hay mucho en juego. Por eso quiero lanzar acá la idea, que ya está rondando, de que, para desconcentrar el poder, la riqueza, y la propiedad en Chile, y para tener una Constitución que refleja la BIO-diversidad que somos, tenemos que concentrarnos ahora estratégicamente.

Concentrarnos todas las personas que quieren que tengamos una Constitución más ecológica y democrática, sea como sea. Que nosotros/as también dejemos nuestras tendencias de avaricia, y egos de lado y vamos por una lista única para que los y las candidatos que están por esta opción, de verdad ganen en todos los territorios.

No podemos dejar que las personas que defienden la Constitución actual y sus propias riquezas vayan a tener demasiada voz en el órgano constituyente por nuestra dispersión. Así perderíamos una gran oportunidad.

Tenemos un momento histórico, y determinante para forjar un futuro sostenible en este país. Podemos cambiar de una Constitución que avala las tendencias de la avaricia, el egoísmo y la apatía humana a una Constitución que facilita la solidaridad, la cooperación y la participación de todos y todas. 

¡Hagamos una alianza estratégica de todos los territorios que estamos sufriendo los múltiples conflictos socioambientales para hacer esto realidad!

Foto por cristian castillo en Unsplash

Referencias

[1] Todos los cabildos se pueden ver en el Facebook de Caritas Chile. Esta reflexión se hizo en el evento de cierre de los cabildos.

[2]Gush Speth. “Gus Speth calls for a New Environmentalism”, entrevistado por Steve Curwood. Living on Earth, Wine And Water Watch, Febrero 13, 2015. Audio, 14:28. En: http://winewaterwatch.org/2016/05/we-scientists-dont-know-how-to-do-that-what-a-commentary/,

 

 

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